La responsabilidad social corporativa va calando poco a poco en las empresas españolas. La propia concienciación sobre los problemas de carácter ético, ambiental y social y la constatación de que su implementación voluntaria es una ventaja frente a los competidores hace que las empresas se preocupen cada vez más por abordarlos.
Sin embargo, y aunque es difícil generalizar, todavía queda mucho para que estas políticas arraiguen verdaderamente. En su conjunto, la empresa española queda aún lejos del aprobado en la materia, según los resultados de la primera clasificación de RSE que se realiza en España y que, elaborada por la compañía de información sobre proveedores Achilles, pretende convertirse en un gran termómetro evolutivo de la calidad y gestión de la responsabilidad social corporativa en el tejido empresarial español.
La clasificación de la multinacional de origen noruego sitúa en 37 puntos sobre 100 la calidad y grado de implementación de la RSE en España. Esta puntuación permite comprobar que todavía hoy la empresa, en su conjunto, no llega al aprobado en cuanto a adopción de políticas y programas de RSE verdaderamente articulados.
El Índice Achilles de RSE en la empresa española analiza cuatro grandes dimensiones, cada una con un peso relativo en la puntuación: sistemas de gestión, comunicación, liderazgo y diálogo. Para la realización de este estudio, Achilles ha consultado a un total de 7.248 compañías radicadas en España representando a todos los tamaños y un amplio espectro de sectores empresariales.
“Empezamos en 2010 con un estudio pequeño con la colaboración de Forética, con unos 500 proveedores. Y esto ha ido evolucionando hasta tener 7.200 y tener ya mucha más información”, explica Beatriz Idáñez, directora de sector en Achilles South Europe y responsable del informe.
El índice señala que la posición relativa de las empresas analizadas respecto a la RSE mejora a medida que aumenta el número de empleados y el volumen de facturación. “En las empresas grandes, que facturan más de 10 millones de euros, y que tienen más de 250 empleados, las respuestas a las preguntas de aportación de información a todas estas cuestiones es mucho más alta que el 70% del resto de proveedores”, señala Idáñez. Así, las pymes con menos de 50 empleados son las peor clasificadas en el índice, con puntuación inferior a la media, mientras que las empresas que cuentan con más de 250 empleados obtienen la mayor clasificación. De la misma manera, las empresas con un mayor volumen de facturación logran también una mejor valoración en cuanto a la gestión de la RSE.
Idáñez explica esta diferencia porque las grandes empresas tienen personas dedicadas en exclusiva a la política de RSE y también capacidad financiera. Porque, en su opinión, es también un problema de costes. “Tú puedes hacer fenomenal tu medio ambiente, tenerlo documentado, pero si quieres certificar, ya es un coste anual. Por eso las pequeñas empresas muchas veces se preocupan de cumplir con la ley y asuntos como el medio ambiente y calidad, gestionarlo de otra forma”.
A veces, lo que falla es el propio concepto de RSE. “Cuando empezamos, aportamos un documento explicativo intentando hacer entender la importancia de la RSE, que no es solo donar, sino vinculada a la gestión de la propia empresa, a los grupos de interés, a comunicar las acciones que se hacen…”, cuenta Beatriz Idáñez. “Pero sigue siendo mucho más reducida la posición en RSE de las pequeñas empresas que las grandes”, concluye.
Algunas conclusiones
- Solo el 1% de las compañías consultadas dispone de sistemas certificados de gestión de RSE.
- El 45% afirma contar con plataformas e instrumentos de comunicación de RSE, pero solo el 19% reconoce prestarse a verificaciones o auditorías de terceros.
- El 41% de las empresas afirma disponer de una política de RSE establecida, a pesar de que solo el 15% reconoce estar adherida a iniciativas internacionales.
- El 72% de las compañías incorpora políticas contra la corrupción.
- El 70% dispone de un sistema de gestión de calidad certificado, y el 60%, con certificado de medio ambiente.
Fuente: Cinco Días
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